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DGPM 1071 - 3: Tierras de Pantón

San Cosmede está en un recodo del cañón, colgando del barranco con sus casas de pizarra que miran al río: el último tramo del río Sil, el tajo más profundo: En estas laderas cortadas a pico se sitúan los balcones de Ferreira de Pantón, como nidos de águila. Los monasterios asomados a los precipicios forman la estampa más conocida de la Ribeira Sagrada. El arte humaniza el paisaje. Los viñedos trepan en bancales por los barrios de Pombeiro: el otoño despliega su paleta de colores por los ribeiros de Amandi, de Cibrisqueiros, Cascaxide... En medio de viñedos se asienta la iglesia de Pombeiro como un barco de piedra varado en el cañón. El otoño es la mejor estación para visitar esta joya románica del siglo XIII. Este espacio natural que figura en las guías turísticas como Ribeira Sacra está salpicado de monasterios, santuarios, ermitas, capillas. Un lugar que atrae a muchos turistas que quieren contemplar estos parajes desde sus miradores naturales, navegar por sus cañones o admirar sus tesoros de arte medieval. Historia, cultura y naturaleza proyectadas en un espacio único. La ruta del románico pasa por el lugar de O Mosteiro: La iglesia de San Miguel de Eiré, situada en un alto, es lo que queda del monasterio benedictino del siglo XII. Desde su torre se domina buena parte de las tierras de Panton. Las esculturas de Eiré son una muestra del arte anónimo de los canteros medievales que esculpieron sobre los aleros estas enigmáticas figuras. El arco de la puerta norte está decorado con seis rosas y seis círculos que simbolizan la perfección. El interior del templo reserva más sorpresas: La decoración de los capiteles, las figuras grabadas en los muros, los arcos de las ventanas, las pinturas del ábside. En medio de prados está la iglesia de San Fiz de Cangas, de oscuros orígenes paleocristianos. Fue iglesia conventual. Dos cipreses centenarios custodian el pórtico del templo: en el tímpano están grabados el sol, la luna, estrellas y enigmáticos cuadrados. Por el suelo y en los muros están las armas y los timbres del país: los Lemos, los Ulloa, los Taboadas... En la capilla se encuentra el mausoleo barroco del valeroso Rodrigo López de Quiroga, orante y vestido a la moda del siglo XVII. Este fresco restaurado representa en tres secuencia la vida, prisión y martirio de San Sebastián. El pazo de Ferreiroá, en Eiré, no esta abierto al público, pero los dueños nos franquean el portalón de esta casa fidalga. Detrás del muro se abre un gran patio con tres soportales, balaustres tallados y la escalinata. El interior de este palacete nos tralada a otra época: conseva la decoración, los muebles isabelinos y muchos objetos antiguos. Es como un museo donde se puede ver como vivía la nobleza gallega del siglo XIX. La solana, de tipo claustral, se abre hacia poniente. La rectoral de Castillón es otro edificio señorial del siglo XVIII restaurado hace diez años para dedicarlo a casa de turismo rural. La restauración respetó la arquitectura tradicional gallega. Tiene galería, balconadas y soportales que descansan sobre columnas de granito. La rectoral dispone de ocho habitaciones. El edificio esta rodeada por una finca de 13.000 metros cuadrados, amurallada, con jardines, palomar, fuentes, estanque, bodega y huerta. El mesón "Os Castros" está situado en campo de la feria de Ferreira de Panton. Al frente de los fogones está Suso Soneira un cocinero formado en la Escuela de Hostelería. Se sirve cocina tradicional, casera y basada en productos de la zona y de temporada. Este viaje por las tierras de Panton termina en otro cañón: el del río Miño. La pequeña aldea de Millara estuvo abandonada durante años, pero ahora resurge de las ruinas y la vida vuelve a ella como en sus mejores tiempos. Hace una década un boguero coruñés compro el conjunto de la aldea y la está restaurando íntegramente. La rehabilitación de Míllara se ha hecho respetando la estética original de la aldea, las formas de las casas y los materiales constructivos del lugar: madera y piedra. El cemento en este proyecto está prohibido.